La selva

Publicado en Revista D de Prensa Libre, Guatemala, el domingo 27 de noviembre de 2011

En ese momento, la poca emoción de JF al describir el parque no motivó por completo a María Isabel… ¿Aventurarse en la selva ecuatorial africana? JF, diseñador de interiores francés y dueño del hotel Leet en Libreville, era más partidario del conocimiento de la ciencia de la mujer africana que del descubrimiento de la selva virgen. Pero en ese momento, María Isabel no lo sabía. Partió pues la chapina al territorio desconocido de Nyonyé en la costa norte de Gabón sin esperar ni mucho ni poco de un espectáculo organizado por la naturaleza hace mucho tiempo. Fue así, por casualidad, que conoció a Bety, un francés chaparro y regordete de unos 65 años que se instaló en la selva gabonesa hace más de 30 estaciones secas, y que, de vacaciones, y sólo de vacaciones, regresa a su tierra natal, que ya no es suya porque encontró otra. Enamorado de una realidad más simple, menos agitada y más pura, decidió poner en marcha un parque que permite a los provenientes de otras junglas, como la de María Isabel, apreciar las bellezas naturales de otro mundo. Olores dulces y penetrantes. Colores verdes, azules, púrpuras y grises. Elefantes, búfalos, selva densa luego sabana, sabana luego selva, y mar. Sin estar motivada en el inicio, María Isabel quedó sin palabras, y lo que vivió la acompaña aún en sus sueños.

¿Cómo justificar los caminos que tomamos, por muy seguros o temerarios que parezcan a los ojos de los demás? Estos personajes tan pintorescos y diversos no hacen más que mostrar que la justificación de nuestras acciones es lo menos importante cuando hay una pasión y una convicción que nos empuja a ser felices. Pareciera que el camino a recorrer se dibuja sin miedo y sin presión cuando tenemos una idea, por lo menos vaga, de a donde queremos llegar, y en su defecto, donde no queremos terminar… como el que, siguiendo el aroma del jazmín, encuentra agua… Mi idea vaga: el acercamiento del ciudadano al gobernante, sin discriminaciones ni excepciones, para encontrar el justo bienestar en la vida del guatemalteco. Mi convicción: la tecnología es la manera de acelerar y lograr este proceso en un lapso de tiempo que permite, en unos cuantos ciclos electorales y por lo tanto independientemente de la voluntad o de la reticencia de los gobiernos, cuantificar el progreso.

No pensemos en la tecnología en términos de dispositivos de última generación a los que pocos tienen acceso. Pensemos más alto: la tecnología es un instrumento neutro que elimina las brechas geográficas y temporales, y gracias a plataformas como las redes sociales y los blogs, puede situar al mismo nivel la voz del ciudadano y la voz del gobernante. ¿Y de qué sirve? Para empezar, la reducción de los costos burocráticos asociados a las administraciones públicas disminuyen rápidamente, incrementando su eficiencia, y, más importante que eso, el proceso de negociación de derechos fundamentales es más claro, directo, transparente y visible. Esta negociación, que en realidad representa la exigencia periódica de los derechos que ya existen, es crucial ya que, como lo dicen los profesores de economía Eric Brousseau, Yves Schemeil y Jérôme Sgard, es el origen de la evolución de un “estado natural” en su forma más primitiva hacia una forma constitucional más liberal. North (premio Nobel de economía en 1993) define al estado natural como la forma más despótica de orden social, donde ni siquiera los derechos de seguridad pueden ser garantizados. La creación de paquetes de derechos constitucionales más elevados, como el derecho a la salud o a la educación, son por lo tanto defectuosos ya que la base, la garantía de la seguridad, no existe.

Sin necesidad de argumentos teóricos, es fácil situar a Guatemala en este estado. Asesinatos, asesinatos, asesinatos. El valor de la vida del hombre desaparece, y la vida del animal tiene más valor, ya que al animal, después de matarlo, por lo menos lo comemos. El proceso de exigencia de nuestros derechos fundamentales, como el derecho a la seguridad, es lento, lentísimo, y se mueve por empujoncitos, por noticias impactantes… Es aquí cuando la sociedad civil se despierta, e inicia una negociación a base de manifestaciones públicas para poder cambiar el status quo, base de la economía del terror. Es aquí donde la tecnología adquiere poder: el proceso de manifestación y negociación de derechos a la seguridad se puede hacer de forma más organizada y más efectiva, para que los ciudadanos en su totalidad tengan acceso en todo momento y lugar a la evolución de la opinión y de la realidad. La actividad guatemalteca en las redes sociales como Facebook y Twitter después de los sucesos trágicos recientes revelan, por ejemplo, el descontento generalizado de los chapines dentro y fuera del país, que exigen imperiosamente la garantía de ese derecho básico, la seguridad, a los ojos no sólo del gobernante guatemalteco, sino a los ojos del mundo.

El guatemalteco no puede permitirse hoy ser un “Bety” distanciándose mentalmente de su tierra. Seamos por lo menos una María Isabel, que, sin estar totalmente convencida y motivada por la aventura que iba a emprender, pudo apreciar la felicidad y se dejó sorprender por una decisión que todavía la acompaña en sus sueños. Mantengamos juntos una idea aunque sea vaga de lo que queremos: una Guatemala, libre y gloriosa, como una vez lo fue, y como lo volverá a ser, si nos unimos. Y nutramos esta idea vaga de decisiones, pasiones y trabajo. Que en paz descansen todos los guatemaltecos, asesinados, día a día.